La gente suele viajar a través de sus fotografías. Olvidan la experiencia de "estar" por perpetuarse en la obsesión de "aparecer". No hay cura para el turista posmoderno más que el robo de su cámara o la imposibilidad de recargar la bateria. La dicha de lo último me acontenció hace un par de semanas en un viaje a tierras eslavas del Norte-Europa más oriental. Desde entonces he pensado que poner en este mi diario de desvelos.
Empezar por el principio es una fatiga y no tiene nada de interesante; los judios y los árabes entendieron que Dios lee al revés y que una buena historia empieza con un punto final.
En el puerto polaco de Gdánsk, escuché al Trio Możdżer Danielsson Fresco. Me habían dicho que era un concierto de jazz. El motivo, un homenaje a Lechowi Wałęsie. Le cedí un buen lugar que tenía reservado a una finlandesa que ignoro como llego conmigo. Cansado como estaba, me aposté en una luneta, lo suficientemente oculto para dormitar un rato. Quizá distraido por unos ojos verdes que no dejaban de voltear. Nada más. Un sujeto que se me hizo conocido (imposible) hablaba sobre el grupo que iba a aparecer. Mi polaco no es bueno. Y cansado suena a ruso (pensamiento que ofendería a más de uno). Así pasaba mi última noche en esa tierra que suponía más fría ya por esas fechas. Cansado de muchos kilometros recorridos, de atardeceres a las 2 pm, de intentar ser muchas veces don Juan.
Se puede descifrar a una nación si se encuentran los símbolos correctos. Viajar supone buscarlos y hacer a un lado las obsesiones que trae uno a cuestas de su terruño, sea la comida y la fiesta como en mi país; sea la nostalgia como en la Lusitania; sea la vulgaridad para el yanqui.
Entender a Polonía es entender un llanto sin amargura, como el de un niño. Un sufrimiento como el de la mujer de parto. Es la traición perdonada. El Cristo de Polonía es el crucificado... En ese sentido es una nación católica que trae a cuestas su modernidad y no una modernidad que trae a cuestas su catolicismo como otros países mediterraneos.
Aquella noche en Gdánsk, la Polonía fue una Fe que florece de una corona de espinas, fueron los ojos de una mujer y fue una partitura. Sólo esta última les dejo:
Rafael Tobias
1 comentario:
La fotografía estatiza el instante. Y cuando miras la fotografía, el instante ya pasó. Una manera estúpida de perder el tiempo.
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