Todavía, después de algunos años, siento este sentimiento que es difícil de compartir, no por un hermetismo sino por una imposibilidad de expresar que lo se siente.
Aquellos días de ilusiones, de entrega, de amor por los demás, de angustias por estar a la altura de la enmienda.
Sueños que día a día marcaban el alma, el espíritu. Sueños que irradiaban alegría.
Simplicidad en la realidad, complejidad en la lucha por mantenerla así.
Rosarios, meditaciones, misas, estudios, deporte, toda una vida.
Arrepentimiento de dejar esa vida? No creo, lo dudo; Nostalgia sería lo adecuado, un extrañar algo que sabes no podrás volver a tener;
Recuerdo que imaginaba lo difícil que podría ser "salir al mundo"; estoy enamorado de muchas cosas que esta tierra nos ofrece, y siento un gran coqueteo por un nuevo amor; el de la finitud. Amar lo finito propio y lo finito ajeno. Si aprendes a amar esa "efimeridad" podrás amar lo que realmente vale la pena ser amado.
Zorobabel
Imagen: Wanderer Above the Sea of Fog, de Caspar D. Friedrich (c. 1818 Oil on canvas Kunsthalle, Hamburg)
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