Los poemas
no se escriben,
los poemas ocurren.
Poemas
había ya
antes de que hubiera poetas.
Los poemas
son cristales de ventanas
arañados.
Los poemas
se pueden convertir en abono
y por ello
de ningún modo
se deben quemar.
Los poemas
están abiertos a cualquier cosa
(incluso los herméticos).
Los poemas
del extranjero
no requieren
permiso de residencia.
Sólo basta con un buen traductor.
Nadie debe
ser obligado
a leer un poema
y mucho menos a escribir uno.
Los poemas
no pueden responder
por su autor.
Los poemas
no leen poemas.
Los poemas
en cualquier momento
se pueden
intercambiar por otros.
Michael Augustin*
Traducción de Ingrid Martínez-Rico
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